PINOCHO EL FARISEO
Lcdo. Martín Zambrano A
En la cotidiana práctica politiquera, al puro estilo del cuento de pinocho, la mentira y la exageración se han convertido en un oprobioso frente publicitario o, en el exclusivo recurso argumental que pretende agigantar, sin cualidad excepcional, la responsabilidad inherente y obligatoria a la que se encuentran sujetos los dignatarios públicos para crear proyectos y ejecutar, no obras de estilizado maquillaje sino aquellas de vital importancia para toda la colectividad.
El dignatario le debe demasiado a los electores que le dieron su voto de confianza e, incluso, a aquellos que se convierten en electores colaterales –dada su posesión legal como dignatario-; de tal manera que, nadie puede inclinárseles de rodillas para reclamar sus derechos comunales, ni esperar que sus demandas sean consideradas según el genio o estado de ánimo de éste. Sin embargo, debido a la mala costumbre cívica que hemos venido arrastrando, casi siempre terminamos humillándonos y adulándoles como si nos hiciera un favor el trabajar por el desarrollo de la ciudad que administra por mandato popular.
Más, el verdadero desarrollo de los “pueblos” o de las pequeñas ciudades situadas en la periferia de las grandes urbes provinciales, regionales y nacionales, jamás puede medirse por la construcción de parques clonados, o por “plazoletas cívicas” cargadas de bizarras improvisaciones arquitectónicas o por desubicados monumentos artesanales con toscas y simplicistas esculturas que solo guardan relación con su naturaleza temática, pero que aportan muy poco, o nada, a la critica realidad económica y cultural actual, en el caso de Huaquillas.
El verdadero desarrollo de los “pueblos” se mide por la plenitud de una obra de infraestructura inclusiva y participativa de los habitantes de las áreas suburbanas, sin hacer ambiguas distinciones partidistas o ideológicas que solo enfebrecen y profundizan los viscerales enfrentamientos sociopolíticos. Se mide por el apoyo irrestricto y no selectivo a la manifestación cultural del arte literario y plástico –decadentes e inusuales por ser apenas lucrativos- que genera importantísimos beneficios y avances a la educación, como redime a la identidad cultural local. Se mide por una selección correcta y honesta de las personas que son distinguidas con títulos sociales o culturales y, sobre todo, se mide por un aplicado e imparcial ordenamiento de la actividad comercial que no se exprese nada más que en consideraciones subliminales de “lo bonito”, sino, que la beneficie puntualmente para impulsar la perspectiva cívica de un desarrollo económico organizado. Luego las compensaciones de la paz por aislar a Huaquillas del mundo tendrán un poco de sentido, incluidos los grandes montos presupuestarios que, hoy por hoy, asigna este gobierno popular y de corte socialista a los sectores fronterizos.
En estos términos se puede calificar de cierta y positiva la generación de un desarrollo diversificado y no, fundamentar a éste, en la fatídica ambivalencia de lo que hizo o dejo de hacer –sin la onerosa bonanza presupuestaria actual- la anterior administración edilicia de su antecesor, “Pinocho El Ateo”.
No, la vanidad, el ego caprichoso y las falsas promesas del burgomaestre actual Manuel Aguirre Piedra, “Pinocho El Fariseo”, le han hecho tan narigón al punto de que su pequeña visión política ha sido mucho más afectada por un irremediable estrabismo “cultural” que le hace creerse la figura indiscutiblemente indispensable y apropiada para una chusma inculta que, supuestamente, ha caído rendida a esa bizarra y farisea entelequia (digamos astucia) que alardea de visionarios moldes ajenos. Sin contar los adulos taimados de los que venden fácilmente su fidelidad a cada gobernante municipal.
Estas esmirriadas actitudes de Pinocho El Fariseo –Y ahora, también, pelucón- ha agravado sus culpas y ha hecho muy notorios sus defectos morales y espirituales, pese a que cotidianamente insista con un cínico e hipócrita discurso ascético con el que intenta proclamar su maquiavélica inocencia (mientras repasa, con desgano , sus dedos infieles por las cuentas de un desusado rosario); si, un discurso que ya solo convence a su privilegiado circulo de elitistas aduladores y a esos únicos pero limitados engañados que siguen promoviendo y respaldando de buena fe, a las puertas de un nuevo proceso electoral, su siguiente e inoportuna reelección.
Huaquillas, 2 de noviembre del 2008